DIA 1/3

Llegamos al aeropuerto de Fiumiccino y salimos de la terminal para ir a la parada de autobuses, pero después de un rato buscando no encontramos el bus lanzadera para que nos lleve al centro. Preguntamos. "Más a la derecha al final", nos dicen, seguimos la indicación un rato, hasta que nos cansamos y volvemos a preguntar por si las moscas, "es arriba" (el aeropuerto tiene dos niveles de altura), replica otro romano al que preguntamos y vamos al nivel superior. "Que no, que esta abajo", nos dice otro usuario del aeropuerto. A final, no hay nada como seguir las indicaciones que dicen "Shuttle" y encontramos el autobús.

Pagamos el ticket del autobús ahí mismo. El autobús tiene wifi, pero la wifi nos esquiva, poco o nula señal. Vale, no pasa nada cuando lleguemos al hotel...

Ya hemos llegado, el B&B Etere in Prati esta muy bien, todo limpio, las habitaciones muy bonitas y la atención de la dueña exquisita, nos da una explicación de qué podemos ver y donde podemos comer. Vamos a conocer Roma, pero antes hay que llevarse algo al estómago! Escogemos a un restaurante cercano donde tienen motos colgadas de las paredes y maquinas antiguas en mesitas, también fotos con italianos famosos, L'Isola della Pizza.

Pedimos al camarero que nos prepare una mesa en la calle, pero bajo el toldo. "Seguro que no quieren estar dentro?" nos sugiere el camarero, pero rechazamos, hay nubes y aunque han dicho que lloverá, no será para tanto ¿no? Reticente, el camarero nos prepara las mesas...Y empieza a llover, a cántaros, y a granizar. Jodeeeeer. Le pedimos al camarero si podemos ir dentro, y con la cara de alguien que se ha comido un limón nos prepara una mesa dentro. Menos mal que la comida esta buena, la mejor pasta que he probado hasta la fecha (la propina la cobran en la cuenta, 2€ por persona)

Bueno ahora si, ahora vamos a ver la ciudad. Sigue lloviendo, menos, pero llueve. Nuestra primera visita va a ser el museo Vaticano. Al llegar a las inmediaciones un amable informador nos comenta que para comprar los billetes es por el camino señalado de la izquierda y para entrar por la derecha, pasamos de él, esta lloviendo, vamos por la derecha, directos a la entrada. No se si es por la lluvia o para compensar nuestro mal karma del principio de día, pero no hay cola en las taquillas del interior, así que en menos de dos minutos ya estamos dentro. Nos ha salido bien la jugada, según dicen las colas suelen ser de horas. Dentro, esculturas, bustos, jardines (hemos visto un guías con marcadores diversos, pañuelos, paraguas, banderas, pero es la primera vez que vemos a uno con la estelada catalana!), pinturas, tapices, que bonito todo, pero tanto que llega a saturar, decidimos marcarnos unos objetivo mínimo, la Capilla Sixtina. Esto mejor hacerlo por partes en días diferentes para poder apreciarlo todo bien, pero no hay tiempo! Seguimos el camino marcado que nos ha de llevar a la Capilla. Antes de llegar, me quedo con los tapices, con algunos bustos, el patio octogonal, las pinturas de Italia antigua (como hicieron esos mapas sin satélites?) pero sobre todo con las pinturas del techo. Y por fin llegamos a la Capilla. Un primer momento de estupor, cuanto colorido, que bonito, y un segundo después "me la hacía mas grande...", "uy que oscuro esta esto..." Vamos a hacerle unas fotos a lo mas conocido. Foto aquí, foto allá, y me interrumpe un vigilante "haha, good sir, no photos". Mierda, con las prisas no vi el cartel. Y ya es la hora de cerrar, nos van empujando a la salida como a ovejas al cercado, pero antes, foto en la escalera de espiral.

Nuestro siguiente objetivo es la plaza San Pedro, y si es posible la basílica. Corre, que ya están cerrando! Somos los últimos en entrar. Espectacular la basílica, sin duda la mas grande que he visto, y lo mejor con diferencia, para mi, la escultura de la Pietà.

Salimos de la basílica y vuelve a llover, bueno no importa, así puedo hacer la foto de la plaza San Pedro con tranquilidad. Ya es tarde para ver museos, pero aún hay luz, así que se puede ver la Piazza Navona. Preciosa, si no fuera porque está lloviendo...

Luego vamos a ver el Panteón. Es grande, y que la plaza sea cuesta abajo cuando te diriges a la puerta del Panteón lo hace parecer aún más grande. Hemos llegado tarde, esta cerrado y esta oscuro, terminamos por hoy las visitas, es hora de busca un sitio para cenar.

Elegimos un restaurante cercano que nos han recomendado, Maccheroni. Como no tenemos mucha hambre decidimos pedir unos entrantes, un par de ensaladas para compartir y algo pasta. "Españoles?" pregunta el camarero, "de Barcelona...", "ah, Barça, Messi!", sonríe, tienen el fútbol muy dentro. Hacemos nuestro pedido, cuando le decimos al camarero que queremos las ensaladas y los entrantes primero nos mira raro, y con cara divertida no explica que aquí, en Roma, la ensalada es el último plato, pero el cliente manda! Son rápidos sirviendo y pronto tenemos los entrantes en la mesa y poco después las ensaladas. Voy a servirme, "espera, la ensalada no está aliñada!" increpa el camarero, casi me prohíbe servirme hasta que trae el aceite y el vinagre de Módena. Mientras nos sirven el resto de platos reímos con algún comentario gracioso sobre Barcelona, el Barça y alguno adulador a una de las chicas del grupo. Estos romanos no perden oportunidad. Buen ambiente para una buena cena. Así acaba el primer día en Roma.

DIA 2/3

Nos hemos levantado a las 7:30h, cansados del viaje y de las visitas de ayer. La mini-nevera de la habitación hace un ruido, y aumenta la sensación con el silencio de la noche. Vamos a recobrar fuerzas con el desayuno que nos ofrece el B&B Etere in Prati, pastas, pastelitos, tostadas con mantequilla y mermelada, huevos duros, zumos y café recién hecho. Salimos inmediatamente después, nos espera un día duro; para empezar las ruinas de la antigua Roma: el Coliseo, el Palatino, el Foro, el Circo Maximo y demás "piedras". Usamos el metro para llegar a la parada de Colosseo en la linea B, la azul. Curiosamente, Roma solo tiene dos lineas de metro, la A (naranja) y la B (azul), algo que choca bastante si hablamos de una capital Europea. Lo compensa con lineas de autobús y tranvía. Cuidado con el intercambio en la estación de Termini, los ladrones se reúnen en las zonas de aglomeración de gente y hacen su agosto, así que, mochilas delante y todo bajo control, y si veis una pareja (dos hombre o dos mujeres o un hombre y una mujer), una con un bolso y la otra con una chaqueta en las manos, que se van fijando en las bolsas, poned unos metros de por medio.

El Coliseo y el Palatino están el uno muy cerca del otro, da igual por donde se empiece. El Palatino y el Foro Romano forman un único recinto a visitar. Decidimos empezar por el Coliseo, así que toca hacer cola para obtener los tickets de entrada; pero hay dos colas, una para los que ya tienen el ticket (la cola de la izquierda) y otra para lo que han de comprarla (la de la derecha). Nos toca esperar casi una hora para obtener la entrada. De haberlo sabido, hubiéramos obtenido la entrada en el Palatino, ya que se forma menos cola. Aquí es cuando entra la picaresca latina, el saber hacer las colas, dividirse y luego reagruparse. Los Italianos son maestros, pero los de la península no nos quedamos atrás, jejeje.

Unas cuantos cabreos después, estamos dentro del Coliseo, te das cuenta de la grandiosidad del monumento y te llegas a imaginar como fue utilizado en su tiempo, ya que está muy bien explicado y representado en las maquetas y dibujos que están repartidos por el monumento. La audio guía también ayuda, aunque para lo que cuesta se me antoja que hay pocas explicaciones. También desde el Coliseo se pueden obtener muy buenas vistas del arco de Constantino, que está situado pegadito al Coliseo.

La siguiente parada es el conjunto del Palatino y el Foro Romano, situados en un recinto al que se accede subiendo por una calle muy cerca del Coliseo, no tiene pérdida, solo hay que seguir al gentío que forman una linea como las hormigas que van al hormiguero. Una vez dentro (el audio guía del Coliseo no sirve, y me arrepiento no haberlo tenido aquí) es como un parque con ruinas diseminadas por toda la extensión. En un extremo, visto desde una zona elevada dentro del Palatino que hace de mirador, se puede ver el Circo Maximo fuera del complejo; te lo has de imaginar, porque lo único que se ve es una explanada de unos 500m. Esta zona esta cerca de las ruinas del Hipódromo de Domiciano. Desde ahí se puede seguir para llegar a un jardin desde donde se puede divisar toda la zona baja del complejo, donde encontramos el Foro, la via Sacra, el arco de Tito, el arco de Severo Séptimo y la impresionante ruina de la basílica de Majencio y Constantino.

Tanto andar nos ha entrado hambre, salimos del complejo y subimos a la plaza del Campidoglio, en la cima Capitolina, con la réplica de la estatua de Marco Aurelio situada en medio (la original está en el museo) Uno de los edificios es la actual sede del ayuntamiento de Roma, y en una de sus esquinas se encuentra una copia de la estatua de la Loba Capitolina.

Como el tiempo nos está respetando, decidimos comprar una una ensalada y comerla en los escalones de la escalera que sube a la plaza del Campidoglio. Justo salimos del super con la ensalada, y empieza a llover, vuelve el mal karma del primer día, ahora toca buscar una zona a resguardo. Encontramos una zona resguardada cerca de la entrada de una iglesia.

Después de comer un poco nos ponemos de nuevo en marcha, por la cercanía, pensamos en que podemos ver la Bocca della Veritá. Nos dirigimos a la iglesia de Santa María de Cosmedin, ya que en el exterior de una de sus paredes es donde se encuentra. Cuando llegamos, no nos deja de sorprender la cola que hay para hacerse una foto metiendo la mano por la boca de la máscara. Pasamos, y entramos en la iglesia donde se encuentran las catacumbas (vale 1 € entrar) Al principio no nos llama la atención, hasta que el chico que está al cargo de la entrada no dice que aparece en un libro de Matilde Asensi, el último Catón. Buena publicidad, pero os podéis ahorrar la visita, es un sitio pequeño y oscuro que en menos de 1 minuto se puede ver.

Decidimos volver sobre nuestros pasos para ver el monumento a Victor Manuel II, que acoge la tumba al soldado desconocido, y de aquí a la Fontana di Trevi. En el camino nos cruzamos con la de columna de Trajano. Ese día, la Fontana di Trevi estaba en reparaciones, no tenía agua y estaba cubierta en su mayor parte por andamios. Hicimos cola para verla desde mas cerca porque la cola avanzaba rápido (los policías te "invitaban" a avanzar sin detenerte demasiado, una foto y listo), con lo que nos dejó una mal sabor de boca y nos tuvimos que imaginar como sería sin esos andamios.

Como el día anterior no pudimos ver el Panteón por dentro, nos dirigimos a el. La cúpula, enorme, mayor que la basílica de San Pedro, tiene un agujero en el centro por el que entra la luz e ilumina todo el interior, espectacular.

Continuamos la ruta para dirigirnos a la Piazza Spagna, atestada de gente, y aún así con encanto. Un último esfuerzo para terminar las visitas del día, relajarnos un poco en el parque de la villa Borghese, desde donde pudimos obtener unas buenas vistas de la ciudad y de la Piazza del Popolo.

Menudo palizón, ya es tarde, vamos a cenar, pero como hemos utilizado el metro, ahora subiremos a un tranvía. En esta ocasión escogemos un restaurante cercano al B&B, porque estamos muy cansados, el restaurante Osteria dell Angelo. Aunque al mediodía sirven también con carta, por la noche solo hacen menú, dos menús, uno normal de 25€ y otro de 35€. En nuestro caso escogimos el de 25€ con entrantes, primero, segundo, acompañante y postre. Y entonces empezaron a llegar los platos. Los entrantes eran propiamente platos por la cantidad de comida. El primer plato muy generoso. Después del primero ya no podíamos seguir comiendo, todo un reto tastar el segundo y el acompañamiento. El postre ni lo probamos, no había sitio. El detalle curioso del restaurante, al ver que éramos de Barcelona nos cambiaron de camarero por uno que hablaba Español, o eso decía, a mi me sonaba a Italiano hablado deprisa.

DIA 3/3

Esta noche no me he enterado de nada, ni siquiera del ruido de la mini-nevera de la habitación. Me he puesto los tapones y he amanecido en la misma posición en la que me metí en la cama. A este ritmo no se si aguantaría un día mas. Después de desayunar (hoy nos han traído el aceite que pedimos ayer) nos despedimos de la dueña del B&B, tanto ella como la asistenta han sido muy amables, y la estancia muy acogedora.

Hoy empezamos por el castillo de San Angelo, pero sin entrar, queremos ver partes de la ciudad que nos llevará tiempo y según lo que hemos podido investigar el interior tampoco es nada del otro mundo, así que nos encaminamos al barrio judío. Antes de llegar al Castillo de San Angelo, muy cerca, nos cruzamos con una callejuela que da a una plaza, la Piazza del Catalone, y con un edificio con la pared muy pintoresca.

Ya en el barrio judío, el Ghetto, admiramos las callejuelas con el pavimento de adoquines, plazoletas tranquilas (si no fuera por los turistas como nosotros), fuentes (como la de la tortuga) e innumerables detalles por contemplar y descubrir, como la estatua de Giordano Bruno, en el Campo dei Fiori, o una pieza de mármol de la virgen de Montserrat (la Moreneta) en la iglesia de Santa Maria de Monserrato degli Spagnoli.

Cruzamos el río en dirección al Trastevere, pasando por uno de los puentes que nos permite acceder a la isla Tiberina, el puente Fabricio. En el barrio del Trastevere se respira un aire bohemio, con puestos para comprar bisutería repartidos por las principales calles. Hacemos un alto en el camino para comer en el restaurante Galeassi en la Piazza de Santa Maria. Bien atendidos, el camarero muy atento y simpático, con aire alegre y despreocupado, buen ambiente en el que da gusto disfrutar de una buena comida. Una vez repuestos del cansancio de la mañana y con ganas de ver más de la ciudad, es hora de ver quizás el monumento mas emblemático de la zona, la Basílica de Santa María.

Quedan pocas horas para que tengamos que tomar el vuelo de vuelta, pero no nos queremos ir sin antes visitar la colina del Gianicolo y hacer una panorámica de toda la ciudad desde el mirador de la Fontana dell'Acqua Paola. Bajando ya para tomar el autobús que nos devolverá al aeropuerto nos cruzamos con la estatua ecuestre en memoria de Giuseppe Garibaldi.